Después de varios meses de confinamiento, sin poder relacionarse nada más que con las personas con las cuáles uno convive, se puede producir este fenómeno con más o menos intensidad, según sean las condiciones de la convivencia, metros cuadrados de la casa, hijos pequeños, adolescentes o personas dependientes a cargo, problemas previos en la pareja, etc…
Muchos conflictos que pasan más inadvertidos cuando cada miembro de la familia está a sus obligaciones, se potencian o adquieren un primer plano en esta situación por el exceso de horas compartidas en espacios reducidos. Las válvulas de escape a las que normalmente recurrimos y que nos permiten despejarnos mentalmente y socializar con otras personas han dejado de estar disponibles o lo están bajo muchos condicionantes… Todo ello hace que el estrés y la tensión emocional aumente en las familias.
Los padres con hijos pequeños se encuentran ahora sin ningún apoyo social externo, no hay colegio, tampoco tienen la ayuda de otros familiares, abuelos, tíos/as, etc… Y toda la carga de la crianza y educación está recayendo exclusivamente sobre ellos, con muchas dificultades para conciliar la vida laboral y familiar… Los adolescentes confinados, que no pueden salir a socializar con su grupo de iguales, se vuelven en ocasiones más rebeldes o conflictivos y están adquiriendo muchos “malos hábitos” debido al descenso de sus obligaciones, recrudeciéndose los conflictos padres-hijos. Los que tienen “personas a cargo”no tienen un momento de “alivio” y no pueden delegar en otros miembros de la familia para tener un “respiro” y así un largo etc…
Lo esperable es que estas situaciones cedan según podamos ir retomando la normalidad (tal y como la conocíamos), el problema es que no sabemos cuando eso va a llegar a ser posible y los conflictos para entonces pueden haberse agravado hasta tal punto que requieran de una ayuda externa para poder reconducirlos…
Desde Psicólogos Móstoles Constitución te animamos a buscar ayuda psicológica antes de que sea tarde…